FINCA HARTMANN

Finca Hartmann es una empresa familiar, de tercera generación, ubicada en Santa Clara, Renacimiento. Consta de dos fincas: Santa Clara Finca Hartmann y Ojo de Agua, ubicadas entre 1300 y 2000 m sobre el nivel del mar, con casi 100 hectáreas de reserva forestal que colindan con el Parque Nacional de La Amistad.

Mi padre siempre vinculó la producción de café con la conservación del medio ambiente. Ratibor Hartmann

El café se cultiva a la sombra de árboles nativos de la selva tropical que han estado allí durante muchos años. Los Hartmann procuran no talar árboles; replantan árboles nativos y plátanos para mantener el ciclo natural y un suelo y una fauna saludables.

La finca, también llamada Finca Nuguo, se encuentra entre 1.750 y 1.950 metros sobre el nivel del mar en los alrededores de Jurutungo, Renacimiento, en la provincia de Chiriquí, enclavada entre una reserva natural de selva tropical por un lado y la frontera con Costa Rica por el otro. La ubicación y el entorno de la finca son muy desafiantes, con temperaturas frías por la noche, mucho viento y lluvia. Aun así, José, una persona visionaria, apasionada y comprometida, logró producir unas tazas de café increíbles. O, citando a José, es debido a esas duras condiciones que la producción de café resulta en una baja productividad pero un sabor intenso. Él afirma que el viento frío y la lluvia que llegan del Atlántico a través de las montañas que dividen Panamá juegan un papel importante en el sabor del café de Nuguo.

Para la finca cafetalera, compró 500 hectáreas al gobierno panameño y donó 100 hectáreas de este terreno con bosque virgen a uno de sus hijos, Ratibor Hartmann, quien trabajaba con el ejército estadounidense en la Ciudad de Panamá, quien convirtió ese terreno en la Finca Hartmann. En 1966, Ratibor se casó con Dinorah Sandí, de Costa Rica. Juntos criaron a cinco hijos: Ratibor Jr., Allan, Alexander, Aliss y Kelly.

Hoy, Finca Hartmann es una empresa familiar: cada miembro de la familia participa con pasión en la gestión y desempeña una función diferente en el crecimiento, la producción y el turismo de la finca. Para ellos, el café es una forma de vida, su cultura, su familia: mucho trabajo, pero también mucho amor. Sus empleados regresan cada año, al igual que sus compradores, porque les apasiona su visión: trabajar en armonía con la naturaleza, cultivar la tierra sin destruirla. «Desde el principio, desde que mis padres empezaron con esta finca, han trabajado la tierra con mucho amor y respeto.»

Seguimos sus pasos, amamos esta granja, amamos lo que hacemos, a pesar de las dificultades que uno pueda enfrentar en el mercado, y tenemos la intención de transmitir esta pasión a nuestros hijos”. Aliss Hartmann